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Vuelos a Bruselas con aroma a Islandia

No dejes que la reputación de la burocracia te aleje de esta intrigante ciudad. Como sede de la Unión Europea, Bruselas se encuentra justo en medio de los eventos mundiales. La comida superlativa y una magnífica plaza lo elevan a las grandes ligas.

Icelandair ofrece vuelos diarios a Bruselas desde América del Norte por la sensación gustativa de los mejillones y la excelente cerveza (además de gofres y chocolate, por lo que tiene todas las bases de alimentos belgas cubiertas).

Antes de asimilar la arquitectura y las obras de arte de los maestros, ¿qué tal ver algunas obras inspiradoras realizadas por la Madre Naturaleza? Cuando reserva vuelos a Bruselas con Icelandair, tiene la oportunidad de agregar una escala en Islandia sin costo adicional.

La grandiosidad de la Grand Place

Parece que se haya esparcido polvo mágico sobre la conocida Gran Place de Bruselas. Es difícil no quedar impresionado por la amplitud de la arquitectura que rodea la plaza del mercado adoquinada, con sus opulentas casas consistoriales que datan de finales del siglo XVII. Podrá deleitar a sus ojos con el exquisito Hôtel de Ville (el ayuntamiento) del siglo XV. Vuelva por la noche para ver la preciosa iluminación.

A pocos pasos de la Grand Place se encuentran los antiguos barrios de Ilôt Sacré y Sablon. Si aún no ha tenido una sobredosis de arquitectura, explore la Notre Dame du Sablon, una magnífica iglesia del gótico tardío del siglo XV. Entre los numerosos y grandiosos museos de la ciudad se encuentra el Musées Royaux des Beaux-Arts, que tiene una sección sorprendente dedicada a los grandes maestros, pero también secciones en honor al «art nouveau» y al pintor surrealista local Magritee.

«Moules-frites» (mejillones con patatas fritas) y mucho más.

Para un país de su envergadura, Bélgica tiene un impacto desproporcionado en el paladar de los visitantes de todo el mundo que prueban su comida y sus bebidas. Las cervezas belgas son veneradas (especialmente las cervezas trapenses, que se fabricaban en los monasterios), y la reputación de su extraordinario chocolate es incomparable. Quizás la comida belga más icónica sean los mejillones con patatas fritas, conocidos como «moules-frites». La zona alrededor del mercado de pescado de Ste-Catherine es un punto excelente para probar esta especialidad y otros mariscos.

Puede buscar bistrós, donde sirven platos clásicos europeos en locales antiguos de madera pulida con encanto, o templos con estrellas Michelin en los que degustar una cena exquisita. Hay un número creciente de cafeterías nuevas, y las diferentes cocinas internacionales están fantásticamente representadas. Para los adictos a los platos locales en la calle, puede parar en una «friterie» y comprar un cono de patatas fritas hechas a la perfección (los belgas dicen que las inventaron ellos).

Callejuelas con chocolaterías y mercados

El chocolate, la cerveza y las piezas de encaje encabezan la lista de la compra. Estos son los recuerdos belgas más icónicos. La Place du Grand Sablon es una bonita plaza del siglo XVII y el santo grial del chocolate belga: se encuentran la mayoría de tiendas de las mejores chocolaterías. El barrio de Sablon es perfecto para dar una vuelta, ya que está lleno de tiendas de antigüedades y productos selectos sofisticados. Los fines de semana se celebra el mercado en la plaza, en el que se venden antigüedades y libros.

Si opta por compras más refinadas y elegantes, pues dirigirse hasta Galeries Royales Saint-Hubert, una galería con techo de cristal que data del siglo XIX. Si lo que desea es dar vueltas en un mercado callejero, está de suerte. Bruselas ofrece una gran cantidad de opciones, desde vendedores de flores que se colocan en la Gran Place varias mañanas por semana hasta un extenso mercado en la estación de tren Gare du Midi los domingos.

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